La frontera, borders an transborders. Reflections of the borderlands in Chicana Literature (early 20th-21st c.)
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Date
2015-07-23Author
Antxustegi-Etxarte Aranaga, Maialen
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LA FRONTERA, FRONTERAS y TRASNFRONTERAS. Reflexiones sobre la zona fronteriza en la literatura chicana (principios s. XX-XXI) Las fronteras, tanto políticas como conceptuales, han recuperado su protagonismo en el mundo globalizado, y su significado ha cambiado con las demandas económicas de nuestros tiempos. El siglo XIX marcó el establecimiento de rígidas fronteras que definían las motivaciones nacionalistas en todo el mundo, y, en los siglos posteriores, con las mejoras tecnológicas, hubo un aumento importante en el comercio ¿libre¿ transnacional. En los últimos años, en cambio, las fronteras nacionales han recuperado unas connotaciones complejas y contradictorias; es decir, mientras que la economía de la mayoría de naciones se sustenta sobre la libre circulación de productos, el tránsito de cierto tipo de individuos es interceptado y criminalizado. Con el fin de lograr dicho objetivo, se han construido y reforzado fronteras nacionales que dificulten la migración al mismo tiempo que la economía mundial sobrevive gracias a la premisa de un comercio trasnacional. El caso de la frontera entre EEUU y Méjico es un claro ejemplo de esta contradictoria realidad. Dicha construcción geopolítica es central en la presente política estadounidense y, por tanto, tanto el análisis de su historia como de su función en la experiencia colectiva de la comunidad mejicano americana es necesario para comprender su alcance. Es más, la frontera y sus múltiples conceptualizaciones han sido cruciales en el desarrollo de una identidad política mejicano americana. En este contexto, uno de los objetivos de esta tesis doctoral es presentar diferentes interpretaciones de esta frontera como medio para el estudio del desarrollo de la literatura fronteriza chicana en EEUU a lo largo de la historia moderna.La frontera entre EEUU y Méjico se estableció el 2 de febrero de 1848 con el Tratado de Guadalupe Hidalgo. Aunque esta construcción abarca tanto el sudoeste norteamericano como la zona del norte de Méjico, alrededor de 1950 millas, este trabajo prestará especial atención a la zona limitada entre Tejas y Méjico, ya que la mayoría de las obras literarias incluidas se sitúan en esta zona. Con este objetivo en mente, las particularidades de esta área son esenciales para comprender los drástico cambios socioeconómicos e ideológicos provocados por el establecimiento de esta frontera. El Tratado obligó a Méjico a ceder a EEUU una gran parte de sus estados del norte como son California, Nuevo Méjico, Arizona, Colorado y Tejas. En este nuevo contexto geopolítico, a los originales habitantes se les ofreció la posibilidad de trasladarse a Méjico o de quedarse en el nuevo territorio estadounidense con la promesa de obtener la ciudadanía. La mayoría de ellos decidieron quedarse en su tierra natal con la esperanza de recuperar sus vidas tal como eran antes de la guerra. Desgraciadamente, la nueva realidad política trajo consigo cambios drásticos en el ámbito social, económico y cultural que directamente contradecían el espíritu del Tratado. Los discursos nacionales se desarrollan en base a una noción de legitimidad entre una comunidad y una franja delimitada de tierra. Esta tesis también incluye entre sus objetivos el analizar los diferentes procesos de construcción identitaria adquiridos como resultado de varias apropiaciones geográficas presentes en las narrativas históricas y literarias de la zona fronteriza entre EEUU y Méjico. Para lograr dicho objetivo, diversas conceptualizaciones en relación con esta zona geográfica serán incluidas y analizadas. Los estudios fronterizos afirman que desde el Tratado de Guadalupe Hidalgo dispares interpretaciones de esta zona han estado presentes en el desarrollo de la identidad mejicano americana. Más concretamente, este estudio se centra en el caso particular de la creación de una identidad chicana tal y como queda reflejada en la literatura fronteriza chicana.El peso de los discursos hegemónicos en la discriminación de la población Mexicana en los EEUU es indudablemente importante. Las narraciones de hechos pasados y los recuerdos de batallas fronterizas inculcaron y reforzaron la desconfianza de los anglosajones hacia la población nativa. Diferentes contiendas en la historia de la frontera fueron incluidas en crónicas hostiles, donde versiones tendenciosas justificaron la discriminación hacia la población no anglosajona. Los hechos y las ambigüedades presentes en todo relato histórico fueron eliminados, y, una versión partidista fue aceptada como el informe verídico. Estas narraciones demostraron ser muy eficaces en la promoción y perpetuación de divisiones sociales, económicas e ideológicas entre los habitantes anglosajones y la población mejicana. Por tanto, la relevancia de narraciones en el establecimiento de las relaciones entre comunidades es inmensa. La nueva frontera, por tanto, provocó el alejamiento cultural de los habitantes originarios del sudoeste norteamericano. Las narraciones de la frontera, tal como fueron creadas y propagadas por los colonos anglosajones de la época, justificaron las diferencias entre las comunidades mejicana y anglosajona. Al describir el sudoeste norteamericano como una frontera, estos relatos desposeyeron el área de su pasado. La imagen de un espacio vacío y salvaje en la periferia de la civilización sirvió a los autores e historiadores anglosajones para promover un discurso nacionalista. A través de la introducción de la imagen de la frontera, y la repetición de esta conceptualización parcial del oeste, las comunidades no-anglosajonas eran descritas como amenazantes o ignorantes. Por tanto, la frontera física entre EEUU y Méjico, y su conceptualización ideológica se convirtieron en la base para un discurso que legitimaba la superioridad anglosajona sobre la mexicana y sobre el resto de habitantes no-anglosajonas. Alarmante como resulta, esta concepción del oeste americano se mantiene arraigado en la corriente principal de EEUU. Un hecho que demuestra la perseverancia de símbolos geográficos en el proceso de la creación identitaria nacional.Aunque varios esfuerzos para deslegitimar estos prejuicios contra la población mejicano americana existieron durante los años 30, no fue hasta los años 60 cuando un desafío político unificado triunfó. Los origines de este activismo se sitúan en dos sucesos dramáticos de la historia de los Estados Unidos: la Segunda Guerra Mundial y el movimiento por los derechos civiles. Además, cambios estructurales relacionados con el sistema económico también impulsaron el debilitamiento de la discriminación existente. Es decir, en la era moderna, la industrialización y la urbanización impulsaron una nueva clase social compuesta por comerciantes y consumidores de clase media a diferencia de los productores y obreros de épocas anteriores.Durante el movimiento por los derechos civiles, la población afroamericana exigió el fin de la segregación racial en EEUU. Al reclamar su ciudadanía estadounidense, estos activistas reclamaron derechos sociales y políticos básicos denegados previamente, como el derecho a voto. Inspirados por este activismo, los mejicanos americanos se unieron con un fin político y cultural, y llevaron a cabo su propio programa definido por El Movimiento. La concreción cultural se convirtió en clave para la celebración y orgullo de su pasado mejicano e indígena. Este primer paso se convirtió en la base de un activismo nacionalista, a través del cual, los mejicanos americanos, Chicanos como se autodefinieron, reivindicaban su legitimidad como los habitantes originales del sudoeste norteamericano. Mediante la apropiación de dicho término identitario, estos activistas celebraron no solo su compromiso político sino, también, su intención de recuperar su pasado histórico y cultural como vía para la superación de la discriminación sufrida bajo el dominio anglosajón. El Movimiento animaba a alcanzar una unión cultural y política como único modo de triunfar en su lucha. Este activismo también favoreció la creación y defensa de una patria cultural relevante, Aztlán, como medio de empoderar su objetivo político. Este concepto simbólico y plan político representaba la larga historia de la comunidad chicana. Esta imagen mítica, rescatada de su pasado azteca, permitió un vínculo cultural entre su pasado, y la existencia de un presente y futuro para la nación chicana. Aztlán también ofrecía un concepto geográfico con la que la comunidad chicana podía identificarse, y el cual incluía testimonios culturales e históricos que los contextualizaba de forma positiva y revolucionaria. Por tanto, Aztlán representó una conceptualización ideológica clave para el diseño político de El Movimiento. Desgraciadamente, su llamada a la centralización de la familia tradicional, el hogar y la hermandad no cuestionó la necesidad de la igualdad entre géneros y la forma en la que la tradición amparaba la triple discriminación sufrida por la mujer chicana por su raza, clase y género. Fue con el objetivo de superar este vacío que las feministas chicanas empezaron a reinterpretar y producir su propia simbología y teoría geográfica.Estas feministas exigieron tener voz en su comunidad y lo lograron a través del acto de la escritura. La literatura, por tanto, se convirtió en un instrumento político para estas mujeres. A partir de este momento, la producción literaria se fomentó como medio de reivindicación política. La toma de la pluma y la creación de un espacio literario feminista invitó a la reflexión narrativa de nuevas conceptualización de identidades chicanas feministas que superaran las interpretaciones tradicionales. Una de las voces más populares en la teoría crítica feminista fue la escritora tejana Gloria Anzaldúa. En su búsqueda de una teorización apropiada de una patria, que incluyera las particularidades de las chicanas como mujeres trabajadoras y de color, Anzaldúa reinterpretó el símbolo de Aztlán creando un locus alternativo en la frontera entre EEUU y Méjico. A diferencia de la representación de la frontera de los colonizadores anglosajones como un área primitiva que dominar y poseer, Anzaldúa la presentó como un espacio intermedio donde las culturas cohabitan y negocian. Su concepto, como hogar de la feminista chicana, descarta una conceptualización restringida de nacionalismos tradicionales, y, al contrario, defiende un entendimiento ¿mestizo¿ de la frontera. Con esta nueva alianza teórica, la cultura chicana queda definida como una coexistencia entre orígenes europeos, mexicanos e indígenas que desestiman la noción de alianzas nacionales únicas y de pureza nacional. Como resultado, la ubicación geográfica de la frontera de Anzaldúa ofrece una conceptualización histórica y cultural alternativa de la identidad chicana a través de una redefinición de Aztlán. Además, esta zona fronteriza se convierte en su base teórica y conceptual desde la cual denunciar las diversas fuentes de discriminación presente en la sociedad estadounidense, en general, y en la comunidad chicana tradicional, en particular.Para alcanzar un estudio completo de la literatura fronteriza chicana, es necesaria la inclusión de diferentes obras literarias, que reflejen la particularidad de la experiencia fronteriza a lo largo de su historia. Desafortunadamente, la generalizada discriminación de las mujeres mejicanas americanas en la historia de los EEUU limitó sus oportunidades de disfrutar tanto de las habilidades lingüísticas necesarias como del tiempo libre, la privacidad y los medios económicos imprescindibles para la producción literaria. Como consecuencia, al reclamar ejemplos de literatura fronteriza chicana anterior a El Movimiento, es necesario adoptar una posición inclusiva. En esta tesis, se presenta una interpretación alternativa del desarrollo de la literatura fronteriza chicana seleccionando obras literarias escritas en diferentes períodos históricos y por autores chicanos pertenecientes a distintas identidades de clase, género y sexualidad. Al reunir autores de tal diverso origen, este estudio defiende la idea de que la experiencia fronteriza chicana no está limitada a la definición de ¿chicana¿ tal como fue concebida en los años 60s durante El Movimiento. El presente trabajo incluye una tradición más extensa y una comprensión más inclusiva de la identidad chicana.La tesis está compuesta de cuatro capítulos que se centran en diferentes autores cuya experiencia y producción literaria está entrelazada al lugar donde viven o en la que sitúan sus composiciones literarias. El objetivo del primer capítulo es conseguir un entendimiento completo de la identidad feminista chicana alejada de las tradicionales nociones restrictivas de raza, clase, género y sexualidad. Esta sección ofrece una introducción general a la idea clave de que la conceptualización del espacio es central para el desarrollo de la identidad. Más concretamente, este capítulo tiene como objetivo evaluar la manera en la que diferentes espacios fueron producidos a través de narraciones que, más tarde, fueron adueñadas por diferentes comunidades. Por tanto, esta primer parte presenta varios símbolos geográficos que han estado estrechamente relacionados con la forma en la que la historia y cultura chicana fue eliminada, al principio, y recuperada y reforzada más tarde. Con el objetivo de recuperar el pasado literario e histórico de las chicanas, el segundo capítulo analiza las vidas y las obras principales de tres mujeres fronterizas de principios del siglo XX quienes, hasta hace poco, han sido consideradas irrelevantes en la construcción de la identidad fronteriza chicana. Jovita González, Leonor Villegas de Magnón y Josefina Niggli son el aspecto principal de este capítulo junto a sus trabajos más conocidos Caballero (1996), The Rebel (1994) y Mexican Village (1945) respectivamente. Es mi opinión que estas tempranas fronterizas deberían considerarse las progenitoras de las chicanas feministas contemporáneas ya que sus trabajos representan la existencia de un discurso feminista en la zona fronteriza entre EEUU y Méjico a principios del siglo XX. Por consiguiente, González, Villegas de Magnón y Niggli son centrales para establecer puentes entre la literatura chicana del siglo anterior y las feministas chicanas contemporáneas.El tercer capítulo presenta la contextualización teórica de El Movimiento, en general, y de las chicanas feministas, en particular. Esta sección tiene como objetivo identificar las condiciones que provocaron el surgimiento de la actividad chicana y, más concretamente, el afloramiento de la tendencia feminista. Este apartado incluye los temas, el contexto y los conflictos que las feministas chicanas sufrieron en su defensa de los derechos relacionados con el género y la sexualidad, los cuales habían sido ampliamente ignorados por el mantenimiento de un activismo comunitario más homogéneo. En otras palabras, este capítulo se centrará en el activismo alternativo que las feministas chicanas promocionaron con el fin de crear su propio espacio literario; un espacio que permitía la recuperación y la memoria de su pasado chicano. Además, diferentes motivaciones históricas y económicas (el Programa Bracero, el Programa de Industrialización Fronteriza y el Acuerdo de Libre Comercio Norteamericano) serán analizadas para analizar su drástico efecto en la vida de los habitantes de ambos lados de la frontera. Las novelas incluidas en este capítulo son Chasing Shadows (2000) de Lucrecia Guerraro, El Puente/The Bridge (2000) de Ito Romo y El Paso del Norte (2003) de Richard Yañez. Cada una de ellas ha sido elegida como ejemplo de literatura fronteriza chicana del siglo XXI donde las condiciones antes mencionadas cobran un protagonismo dramático. La elección de autores de ambos géneros responde al objetivo de esta tesis de defender que la literatura chicana no se limita a la literatura escrita por autoras chicanas. Es decir, este trabajo apuesta por definir como literatura chicana toda literatura escrita alrededor de personajes femeninos en la que la experiencia chicana es cuidadosamente descrita. En otras palabras, de forma similar en la que la posición social privilegiada de Jovita González, Leonor Villegas de Magnón y Josefina Niggli no debería prevenir que sus obras fueran incluidas en el corpus de literatura chicana, el hecho de que dos autores de este capítulo sean hombres no hace que su trabajo sea menos relevante a la hora de estudiar esta literatura fronteriza.La centralidad del contexto teórico queer define el último capítulo de esta tesis. Esta sección se centra en las dos novelas escritas por la autora chicana queer Felicia Luna Lemus, Trace Elements of Random Tea Parties (2003) y Like Son (2007). Este análisis será la base para un estudio queer de la chicanidad. La particularidad de este capítulo reside en el hecho de que Felicia Luna Lemus es la única autora incluida y que sus novelas están alejadas de la frontera entre EEUU y Méjico. La inclusión de estos trabajos como literatura fronteriza chicana se basa en la idea de que a la hora de analizar la evolución de la identidad chicana feminista las fronteras internas y conceptuales son tan cruciales como la propia frontera física. En otras palabras, haciendo eco de la conceptualización teórica de la frontera de Gloria Anzaldúa y el concepto de chicanicad queer de Cherríe Moraga, donde la sexualidad y la raza están en el centro de la identidad personal y política queer, este capítulo se centra en la forma en la que lo queer ha criminalizado y perseguido a las chicanas tanto dentro de su comunidad cultural como en el corpus literario. En estas dos novelas, la autora presenta un abanico de personajes queers y transexuales en la búsqueda de una identidad cultural y política activa. Al igual que en los capítulos anteriores, la importancia del espacio en el proceso de la formación identitaria es central para entender la manera en la que identidades particulares se desarrollan. Consecuentemente, al presentar una lectura queer de espacios concretos, como la ciudad de Los Ángeles y la frontera entre EEUU y Méjico, esta última sección espera concluir con una reinterpretación teorética y literaria de la literatura fronteriza chicana. Para finalizar, esta tesis espera presentar un estudio alternativo donde la centralidad de la frontera y las transfronteras en este corpus literario es crucial. Aunque amplios estudios sobre la particularidad de la literatura chicana ya existen, el presente proyecto invita a una concepción más inclusiva de esta producción literaria. El hecho de que la frontera entre EEUU y Méjico haya condicionado profundamente el desarrollo de la identidad chicana ha inspirado esta tesis a provocar y cuestionar definiciones tradicionales de lo que es la literatura chicana y la chicanidad. Por tanto, aunque parezca irónico, la frontera se convierte en la llave que abre puertas a un dialogo entre obras literarias y autores divergentes. Haciendo eco de la positiva apropiación de Gloria Anzaldúa de un símbolo geopolítico que ha causado una larga historia de discriminación sufrida por los mexicanos americanos, esta tesis ha estructurado su metodología alrededor de un entendimiento más productivo de chicanidad fronteriza. Por tanto, este estudio aspira a presentar una genealogía personal de la literatura fronteriza chicana que ofrezca una nueva contribución crítica basada en el reconocimiento de la variedad existente dentro de toda comunidad cultural.