Dinámicas de enfrentamiento, colaboración y resolución de conflictos en el entorno circumpirenaico occidental (II a.C.-VIII d.C.)
Abstract
Tal y como se señala en el título, el propósito de esta tesis doctoral es el de contribuir a realizar un cambio de perspectiva en la forma en la que tradicionalmente se aborda el análisis histórico en torno a las comunidades que habitaban la región circumpirenaica occidental entre los siglos II a.C. y VIII d.C. A lo largo del desarrollo del trabajo, nos hemos encontrado con dos complicaciones mayores a superar, en primer lugar, la parquedad de las fuentes a nuestra disposición y en el segundo, la larga y controvertida historiografía tradicional sobre el tema. Con respecto a las primeras, escasas y muy trabajadas, únicamente pueden ser abordadas de nuevo, en nuestra opinión, si se realiza desde una perspectiva original que cambie el punto de vista entre los investigadores dedicados al tema. Por ello hemos optado por establecer una forma de análisis diferente basada en las relaciones y la comunicación política entre las comunidades que habitaron dicho territorio circumpirenaico en la Antigüedad; para ello, dado que el estudio de la interrelación es mucho más fructífero observado a largo plazo, hemos debido ampliar tanto el marco cronológico tradicional, como el ámbito geográfico de acción, ya que el número de comunidades implicado a lo largo de los siglos en las diferentes formas de comunicación en el espacio citado ha variado significativamente, lo cual ha dado mayor valor a nuestra hipótesis de partida. En el primer capítulo de la tesis, recoge aquellos pasajes que reflejan las tensiones surgidas en el territorio y que derivan del proceso de conquista militar y la subsiguiente integración en el imperium. Dichos acontecimientos abarcan un periodo que va desde la segunda contienda púnica (218-201 a.C.) hasta la dominación total del entorno pirenaico occidental por las armas romanas, durante los primeros años de gobierno de Augusto (27 a.C.-14 d.C.). En este periodo, Roma y las comunidades locales trataron de resolver los problemas y conflictos que surgieron del contacto entre ambos mediante el uso de la fuerza. Desde el principio de su intervención en la Península Ibérica, Roma comenzó a tejer una red de alianzas con algunos de los pueblos prerromanos mediante acuerdos de diferente tipo, con el fin de asegurar el territorio conquistado y proseguir su avance. De la misma manera, otras comunidades impulsaron coaliciones militares con el fin de hacer frente a la potencia itálica. No obstante, las legiones romanas no encontraron en la región circumpirenaica mayores dificultades y las victorias militares y las deditiones se sucedieron una tras otra, lo que asentó firmemente los pilares en los que se basaría la convivencia de las comunidades del territorio.En el segundo capítulo, que abarca gran parte de la época imperial (ss. I-IV d.C.), queda patente la transformación que sufrió el binomio guerra-diplomacia que había formado parte de la dinámica regional durante la conquista y que finalizó tras el establecimiento del proceso de provincialización e integración. En esta nueva realidad donde el frente de guerra quedaba lejos, sin embargo, la segunda parte de la fórmula, que incluía la práctica diplomática siguió en vigor transformada ahora en parte del proceso administrativo. El envío de legati a los centros de poder siguió siendo una costumbre habitual a la hora tanto de pedir ayuda como a la de resolver diferencias de criterios, disputas y conflictos, solo que los problemas que buscaban solucionar ahora diferían en un sentido amplio de los enfrentados durante la época republicana. Desde el punto de vista de la terminología contemporánea, que elimina el término diplomacia cuando las fronteras se desdibujan, la gestión de los problemas del territorio habría debido sufrir un cambio importante, no obstante, desde la perspectiva romana no se aprecia ninguna alteración en las formas, ya que los instrumentos diplomáticos anteriores a la conquista se adaptaron a la nueva situación como meros mandata ¿encargos¿ que eran desde el punto de vista de Roma . Los desequilibrios, disfunciones y problemas que surgieron en época imperial, esta vez en relación con las necesidades de adaptación de las comunidades locales al marco institucional romano, indican que con la provincialización del territorio la tensión entre las comunidades que habitaban en el entorno circumpirenaico occidental y entre estas y las autoridades romanas continuó a pesar de la pax romana, aunque con menor intensidad. De esta forma, el establecimiento de una relación continuada con las nuevas instituciones pone de manifiesto el deseo de las comunidades de la región de contar con un canal de comunicación fluido que favoreciera sus intereses dentro de la estructura administrativa del imperio. En este sentido, muchos de los problemas surgidos de la convivencia de los habitantes de la zona trataron de enmendarse aplicando el protocolo de la gran diplomacia de época republicana. Esta dinámica, que implicaba igualmente el envío de legati, se utilizó de manera reiterada hasta para los asuntos más locales . Sin embargo, este tipo de comunicación política, calificada como ¿diplomacia interna¿, no disponía de la misma facultad de negociar de la gran diplomacia exterior, ya que se limitaba a efectuar peticiones concernientes a la gestión administrativa, convirtiéndose en un mero acto de comunicación que tenía como eje fundamental la figura del emperador. Esa relación entre centro-periferia facilitada por la ida y venida de legationes se convirtió en una herramienta cotidiana cuyo propósito era ajustar y convertir en viable la convivencia entre las diversas realidades existentes dentro del imperio romano. Así, las embajadas enviadas durante este periodo ponen de manifiesto los problemas de adecuación y compatibilidad que surgían tanto entre las diferentes comunidades que conformaban el imperio, como entre éstas y las autoridades romanas.En el último apartado, dedicado a la Antigüedad Tardía, veremos cómo las tensiones que surgieron en la época imperial, de marcado carácter administrativo, sufrieron un nuevo giro con la irrupción de las comunidades bárbaras en el siglo V d.C. en el entorno pirenaico occidental. A partir de este momento, el factor militar o el conflicto armado mediatizaron dichas tensiones afectando directamente a la práctica diplomática creando una nueva realidad cuyos problemas trataron de solucionarse con instrumentos que existían ya desde la época republicana, pero que transformados y adaptados a las necesidades de la época, demostraron nuevamente su utilidad. Los criterios seguidos para la selección de los emisarios, la organización del viaje, el protocolo que éstos debían seguir, así como el ius gentium utilizados durante la Antigüedad Tardía eran deudores de la diplomacia romana tradicional, pero, al mismo tiempo se revelaban como formas evolucionadas de prácticas anteriores porque el contexto, los protagonistas, las necesidades y las dinámicas eran también diferentes. Durante este periodo, en el entorno pirenaico occidental, la comunicación política se estructuró alrededor de los numerosos conflictos militares que azotaron la región, constituyendo uno de los principales elementos que mantuvieron al territorio cohesionado y a la vez integrado en el mosaico político del occidente tardío.Para finalizar debemos señalar que la dinámica de interacción entre los habitantes del territorio ha sido analizada en esta Tesis Doctoral a través de los instrumentos de la practica diplomática, analizando las relaciones político-administrativas existentes tanto entre las diferentes comunidades de la región, como entre éstas y las potencias externas a lo largo de los siglos que van desde la época prerromana (II a.C.) hasta la Antigüedad Tardía y los comienzos de la Edad Media. Tal y como se verá, la mayor parte de los contactos establecidos de esta manera tuvieron su reflejo en la firma de tratados de carácter militar en un principio, y en peticiones y/o resoluciones de índole administrativo, posteriormente. Esas relaciones se articularon mediante lo que hoy en día conoceríamos como diplomacia ¿interna y externa¿, que no es más que el envío de representantes para negociar unas determinadas condiciones de integración en un marco de poder concreto. Las categorías de los representados variaron con el tiempo, en función de la situación, siendo diferentes los de la época de la conquista de los del periodo imperial o de la Antigüedad Tardía. A pesar de ello, las fuentes suelen dar a estos diplomáticos el mismo nombre a lo largo de los siglos, legati, utilizando otros términos, como nuntii, para referirse a otros tipos de agentes diplomáticos. Por lo que se refiere a los actos diplomáticos en sí, encontramos coaliciones locales, ofrecimientos de societas a los romanos, peticiones de las comunidades de la región y en los contextos bélicos, deditiones. En época imperial el protagonismo quedará en manos de las peticiones de regulaciones administrativas, entre las que hemos destacado la embajada que recoge el ara de Hasparren (III d.C.) pues contiene varios elementos que la hacen excepcional respecto a las demás: su localización, su cronología tardía, la identidad de los organizadores de la legatio, el objetivo de la misma y el cumplimiento exitoso de la misión. A lo largo de todo este período resulta evidente que el análisis de la práctica diplomática es un elemento útil para poner de manifiesto las diferentes etapas y formas de representación del territorio, de las comunidades que lo habitan, o de las personas que las lideran . De esta forma, el examen de la continua dinámica de enfrentamientos y de su consiguiente resolución, un tema en boga en la historiografía sobre el mundo antiguo en los últimos veinte años, nos ofrece una vía extremadamente fértil para el conocimiento de las comunidades del entorno pirenaico occidental de época antigua y tardoantigua (aquitano-vasconas, principalmente).