Semejanzas, afinidades, correspondencias. Relaciones del cine con las artes visuales y la música
Abstract
Los historiadores de la música de cine se han encargado de señalar los orígenes extremadamente diversos y versátiles de la relación entre la música y ese nuevo medio, el cinematógrafo, que hacía irrupción a finales del siglo XIX para cambiar la forma de entender los relatos.
La música se ligaría al cine de manera natural desde el comienzo, y algunas de las razones señaladas son de lo más sencillas: cubrir el sonido del proyector, disimular el silencio intrínseco a las películas o, también, aislar del rumor exterior porque, en los orígenes, el cine encontró un lugar al lado de otros espectáculos de feria. Los ruidos de fuera del local podían perturbar la atmósfera cinematográfica, y la música servía para conducir la atención.
Además, aquellos otros espectáculos empleaban músicas y sonidos, e incorporarla al cine era consecuencia de la contigu¨idad más inmediata; una forma, en fin, de restar una ventaja competitiva a la competencia. De modo que la música de cine se vincularía a una tradición representativa, al tiempo que se constituiría en un elemento comercial, un atractivo dependiente de la capacidad de cada negocio: de la posibilidad de contar con un aparato reproductor a la de hacerlo con un pequeño conjunto musical o hasta con una banda.
Y, en último término, la presencia de la música determinará las características discursivas de las sesiones, integrada en el rico y libre panorama sonoro que se desarrollará a lo largo de la duración del espectáculo cinematográfico: músicos, en ocasiones actores, ruidos creados ex profeso, comentadores… unidos a un público participativo. Todo ello muy variable en función del momento y el lugar precisos.