Abstract
A pesar de ser una de más antiguas tragedias conservadas, Agamenón de Esquilo muestra una gran originalidad y maestría compositiva. En este artículo se fija la atención, de un lado, en la narración, que se retrasa al final de la tragedia y en la que se invierte el orden cronológico, y, de otro lado, en la escena de mensajero, anticipada por la escena de la antorcha que protagoniza Clitemnestra. La comparación de ambas escenas muestra cómo Esquilo opone distintas formas de comunicación llamando la atención sobre la imperfección de todo acto comunicativo y provocando una reflexión metateatral sobre la autoridad de la voz narrativa.