Glosarios de términos médicos y medios de comunicación en español
The languague of health care. Proceedings of the 1st International Conference on Language and Health Care (2008)
Abstract
Este trabajo es fruto de la revisión lexicográfica del Glosario del cáncer (AECC (2007): Glosario del cáncer. Bilbao: Aula de medicina y conocimiento, 103 páginas) que, en fase de redacción, se realizó, por encargo y cuya publicación se llevó a cabo en el año 2007.
El Glosario del cáncer consta de 668 voces y fue elaborado por un grupo de oncólogos
para una empresa que desarrolla sus actividades en el sector de la comunicación. Estos delimitaron el número y el tipo de entradas y se encargaron de la validación del lemario. Al ser una obra colectiva y no tener marcados unos criterios previos para la redacción y organización de la información de los artículos lexicográficos, la sensación de incoherencia y falta de
sistematicidad se hacía patente en cada página. Así pues, en este artículo se describe la labor llevada a cabo en la mencionada revisión lexicográfica y que consistió en fijar unas normas claras de redacción, tanto de la macroestructura como de la microestructura y describir con
precisión qué información debía contener cada entrada, pues en unos casos se limitaban a una o dos líneas y, en otros, llegaban hasta las quince o incluso las veinte líneas. Después de una amplia revisión se pudo homogeneizar el contenido de las entradas y su grafía.
Asimismo se describen las incoherencias y errores hallados. En primer lugar, se observa
que la selección de los términos no había sido hecha con unos criterios restablecidos, algo bastante frecuente en este tipo de obras, sino que cada especialista había incluido aquellas voces que consideró necesarias, es decir, la base, el esqueleto del glosario no tenía una estructura
coherente. Esto motivaba, por un lado, que se repitieran algunas entradas y quedaran excluidas otras cuya necesidad se hacía evidente y, por otro, el sistema de interconexiones que permite ir de un término a otro, para obtener la mayor información pertinente, no cumplía su propósito.
Por otro lado, el contenido de la microestructura presentaba una falta total de coherencia. Por consiguiente fue necesario analizar qué lengua y qué términos se usarían en las explicaciones de los sentidos. Se buscaron los epónimos necesarios y una vez establecidos, se
procedió a seleccionar la información pertinente y obligatoria que debía aparecer en la definición, para tratar de establecer esquemas definicionales con el fin de que la sistematicidad fuera completa: los síntomas y nombres de enfermedades, trastornos, remedios farmacológicos, medios técnicos, organismos, etc., aparecen representados de manera desproporcional, otorgando una información más precisa y extensa en unas entradas que en otras, con lo que se
crean modelos definicionales dispares, que producen, por consiguiente, una idea de falta de sistematicidad en el lector.
Por último, el artículo muestra la evidente necesidad de confeccionar glosarios de
tecnicismos que faciliten las labores de los profesionales de otros campos no familiarizados con esos tecnicismos, sobre todo de las personas que deben comunicar algo acerca de un ámbito del que no son especialistas.