Profesiones liberales y cuerpos del Estado en el siglo XIX: los ingenieros de caminos, canales y puertos
Laburpena
Hablar del asentamiento del Estado en el siglo XIX es hablar, en gran parte, de las grandes obras públicas llevadas a cabo para conectar el territorio estatal dentro de las fronteras. Y hablar de obras públicas en países como España es, en gran medida, hablar de los Cuerpos de Ingenieros del Estado. Entre estos, analizaremos a uno en concreto, el Cuerpo de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos que, desde su creación a finales del siglo XVIII y durante todo el siglo XIX, sufrió las continuas carambolas políticas de la España decimonónica: guerra de independencia, continuos cambios de gobierno, guerras civiles… que afectaron directamente en primer lugar al propio Cuerpo (numerosas legislaciones, diferentes planes de estudios, reformas…) y, en segundo lugar, a unas políticas de obras públicas muy cambiantes. En esta constitución del Cuerpo, el Estado, y los ingenieros que de él formaban parte, debieron decidirse entre el modelo inglés (basado en ingenieros a disposición de iniciativas privadas, esto es, entendidos como profesión de libre ejercicio) y el modelo francés (basado, por su parte, en la existencia de un cuerpo del Estado). Esto es, entre un modelo de Estado y de sociedad plenamente liberales y un modelo de Estado más centralizado y que se reservó funciones exclusivas. El debate tuvo muchas otras vertientes en la España del XIX (asociacionismo, orden público, educación, relaciones Iglesia-Estado…). Los ingenieros no escaparon de estos debates, y muchos de ellos dedicaron parte de su vida a la política, ocupando importantes puestos en el Gobierno (el más conocido y de obligado nombramiento es, sin duda, Práxedes Sagasta), dentro de una ideología mayoritariamente liberal. La unidad ideológica dentro del Cuerpo fue notoria, así como su fuerte corporativismo, patente en la unión en la pugna socio-profesional con los arquitectos. Desde 1853 utilizó como órgano oficioso la Revista de Obras Públicas. Utilizaremos como fuente primaria algunos de sus contenidos, a pesar de que éste es un trabajo elaborado esencialmente sobre historiografía. En primer lugar, se realizará un breve acercamiento a la creación del Cuerpo de ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, deteniéndonos en su consolidación definitiva en los años 30 del siglo XIX. Tras esto, nos dedicaremos a analizar este conflicto sociolaboral entre arquitectos e ingenieros decimonónicos, incluyendo en esta parte el uso de determinadas fuentes primarias, como la Memoria de obras públicas de 1856, la reseña histórica de la Escuela de Caminos (1873), y catas de la Gaceta de Madrid. Centraremos gran parte del trabajo en las consecuencias que tuvo la creación del Cuerpo de Caminos en una profesión que sí se mantuvo como de libre ejercicio: la de los arquitectos. En un breve periodo de tiempo, estos se vieron desplazados de lo que hasta el momento del nacimiento del Cuerpo era su terreno laboral: las obras públicas. Durante gran parte del XIX se asistió a una lucha por competencias y prestigio entre ingenieros y arquitectos. Esta disputa será objeto de análisis en este trabajo.