Políticas corporales, menstruación y cooperación al desarrollo. Un estudio de caso en Santa Rosa de Copán, Honduras.
Laburpena
Las políticas corporales emergen como un fuerte movimiento de resistencia y expansión de derechos, uniendo la dimensión política del cuerpo con una forma radical de democracia. Gracias a la incidencia de los movimientos de mujeres, a partir de la Conferencia de Beijing de 1995, es obligatorio realizar intervenciones con enfoque de género. Sin embargo, la mayoría de los proyectos de cooperación al desarrollo mantiene una estrategia más afín al enfoque de Mujeres en Desarrollo, basada en una visión biologicista del cuerpo de las mujeres, representadas principalmente como madres o víctimas.Un ejemplo de cómo las intervenciones de cooperación al desarrollo han puesto en sombra al cuerpo es el caso de la menstruación. En los últimos años se han comenzado a realizar los primeros intentos para incluir el tema en intervenciones en Asia y África, pero éstas han sido centradas en la gestión de la higiene menstrual (MHM por sus siglas en inglés) en el ámbito de programas de agua y saneamiento (WASH por sus siglas en inglés) con el objetivo de reducir el ausentismo escolar de las niñas. Siguiendo el mensaje principal de los países occidentales, este sector ha reproducido una visión medicalizada del cuerpo femenino a partir de una representación de las niñas como precarias, reforzando la idea del cuerpo femenino como sucio y a gestionar en el espacio privado. Después de realizar un análisis feminista descolonial de estas intervenciones, introduzco el estudio de caso realizado en Santa Rosa de Copán, Honduras.