Escuela de jazz y música experimental en el puerto viejo de Algorta (Bizkaia)
Date
2020-07-10Author
Basterrechea Espiga, Iñigo
Metadata
Show full item recordAbstract
PROPUESTA CONCEPTUAL
Las viviendas situadas encima del acantilado aun estando muy próximas, no se consideran
como variable en este proyecto. Se trata de un tejido perteneciente a Algorta y está acompañado del antiguo barrio de pescadores cuyo trazado está aún más definido y no precisa encontrarse con los usos desarrollados en la cota de la explanada. No obstante, se propone una comunicación directa con el parque que salva las dos cotas que actualmente cuenta con un ascensor. Se decide reubicar este ascensor formando un puente que sirva de pórtico bajo el que entren sólo vehículos autorizados al espacio servidor que bordeará el edificio entre el muro y éste.
Es por ello que la composición del proyecto no busca encontrar relaciones con los edificios sobre el acantilado, llegando en su caso a contrastar notablemente con ambos tejidos.
Se decide configurar un volumen heterogéneo en sí mismo pero exento del entorno, ya que se entiende que cualquier arquitectura colocada aquí tiene que entenderse desde un punto de vista urbano más que de una mimetización con la naturaleza. El edificio define sus bordes y su relación distante con el entorno, doblándose y enfatizando las virtudes de esta parcela.
Se entiende también como un telón de fondo de un paseo de varios kilómetros desde el origen de la ciudad en el Casco Viejo de Bilbao, por lo que se entiende como oportuno recoger la materialidad de toda la variedad de arquitectura que se recorre por la ría hasta llegar dicho telón.
Parece un error también robarle a la ciudad un terreno tan interesante para una función que, pese a no ser ajena al lugar, (se dan conciertos a menudo en la explanada), hace que el edificio se convierta en un intruso. Por ello se decide devolver el suelo que ocupa el edificio en la cubierta, de forma que el paisaje pueda verse desde una cota lo suficientemente alta como para ganar en perspectiva y ofrecer mejores vistas a un solar sentenciado por la planeidad. Eso sí, esta nueva topografía tendrá los obstáculos que convierten a cualquier espacio libre en interesante, donde se generen lugares de sol y lugares de sombra, de intemperie y de cubrición, de mostrarse al viento o protegerse de él. En definitiva, el edificio se servirá también de esa cubierta para entrelazar lucernarios, escenarios y accesos desde el interior.
ESTRATEGIAS
Se busca encontrar un puente entre una escuela de música y la arquitectura a través de la
geometría. Para ello se le busca un sentido a los dos géneros musicales que se van a impartir, estudiar e interpretar en el edificio. También aparece la necesidad de incorporar dos equipamientos de una escala superior a la docente que son los auditorios. Éstos, lejos de ser mimetizados dentro del programa, buscan articular el edificio. La composición en planta se configura junto con una pieza paralela al mar que permita que el final del paseo tenga un alzado en el que recordarse como urbano antes de llegar a la naturaleza más potente en su encuentro con el mar.
PROPUESTA FORMAL
Como segunda estrategia se buscan relaciones entre la geometría y la música y se encuentran dos símiles que pueden servir para configurar dos piezas tan importantes como los auditorios.
Por un lado, el Jazz es un género tímido, perseguido, de orígenes humildes y originalmente interpretado en locales bohemios y sombríos, siempre de dudosa legalidad. En este sentido se relaciona a esta música con un volumen estereotómico entendiendo el espacio para el jazz como un vacío encontrado dentro de un lleno. Como si fuera la trastienda de otro local más glamuroso. Por ello se busca un volumen rotundo y enterrado, que se asome tímidamente mediante lucernarios que mantengan la luz muy controlada, siempre con esa presencia lúgubre de la que le jazz no se quiere desprender.
Por otro lado, la música experimental se muestra sin complejos y sin rumbo concreto, tomando herramientas del resto de géneros musicales convencionales para romper moldes y ofrecer algo nuevo e incómodo, que despierte curiosidad y emociones que la música Tradicional, involucrada en normas no es capaz de alcanzar. Extrapolando esta idea a la geometría, uno se topa con las analogías n-dimensionales, en las que se toman herramientas de la geometría euclidiana para llegar a formas inexplicables con las normas de las matemáticas convencionales. Se necesitan sucesivas dimensiones para poder explicar sus ideas. Por tanto, la música experimental podría entenderse como la geometría
tetradimensional. Ésta, por su parte, es ampliamente representada por su mínima esencia, el hipercubo o teseracto, cuya traducción a la tridimensionalidad sería un cubo escondido dentro de otro cubo. Esta geometría, junto con una espacialidad y una disposición del público y del intérprete diferente a la convencional, puede servir como lugar para esta música.
Siguiendo en el hilo de la disposición del público frente al intérprete, en ambos auditorios se estudian formas de colocar al vidente en planos poco comunes.
En el caso del auditorio de jazz, que adopta una forma cilíndrica, el público se dispone en bancadas en forma de V que pese a no ser paralelas entre sí, todas miran hacia el escenario.
Se podría decir que es un sistema focal en el que sigue habiendo un único punto en el espacio como protagonista. No obstante, se plantea un híbrido entre auditorio convencional y cafetería, en el que cada graderío dispone de una mesa corrida frente a cada asiento para poder consumir bebidas mientas se disfruta del espectáculo. De esta forma se pretende recuperar la esencia de los locales de Jazz de Kansas en los años 30. Se trataba de locales al margen de lo legal, dispuestos en trastiendas y siempre dotados de un ambiente subversivo y vinculado a aspectos menos románticos como las drogas o la prostitución.
En cualquier caso, estos locales destilaban un carácter que se pretende recuperar por medio de la espacialidad y del control de la luz en este auditorio.
En contraposición a lo anterior el auditorio para música experimental emerge del edificio para mostrarse como el volumen más valiente del edificio. Plenamente atravesado por la luz dispone al público alrededor de un patio que convierte todo el volumen en escenario. Como posible solución se plantea un elemento móvil en sentido vertical mediante grúas y cabrestantes que elevan el escenario en las sucesivas alturas del auditorio. Este sistema plantea imposibilidades que pueden solucionarse mediante diferentes mecanismos, pero se trata de plasmar la idea de que un escenario para música experimental debe romper con el concepto que se tiene de escenario focal, añadiendo variables que permitan aparecer nuevas posibilidades para la performance. Romper con lo establecido igual que la propia música experimental.
En conclusión, se busca la compaginación de tres volúmenes principales, un cilindro enterrado, un cubo doble emergente y un paralelepípedo paralelo al mar. Todo ello unido por una plataforma elevada que pretenda devolverle el suelo robado al lugar.
PROPUESTA ARQUITECTÓNICA
El discurso formal y material se puede resumir en las siguientes líneas:
No se trata de recuperar el paisaje
No se pretende competir con el paisaje.
Se busca subrayar el paisaje. Una plataforma se posa sobre el terreno dando cobijo a la música.
La materialidad viene dada por el metal que articula la ría, su industria y
su ser.
La piedra que protege el lugar toma forma de hormigón para sobreprotegerlo.
La vegetación que envuelve al edificio se interpreta como un cañizo metálico que tamiza la luz.
Todo ello sustentado por una estructura que aspira a ser pesada y que se apoya de forma contundente sobre el paisaje.
El edificio aspira a ser un lugar y un final.